La Ética de la Investigación Educativa, Dr. Deivi Talavera
La Ética de la Investigación Educativa
Dr. Deivi Talavera
Citado de:
Leonor Buendía Eisman Emilio Berrocal de Luna
Antes de comenzar a reflexionar sobre la Ética
de la investigación educativa, empezaremos realizando unas
aclaraciones conceptuales sobre la ética en general para aplicarlo, posteriormente, a nuestro campo de trabajo. En este artículo, los autores aportan valiosas
justificaciones que guíen la investigación con la responsabilidad que ello conlleva
y plantean un interesante debate acerca de las posibles
situaciones incorrectas que en la investigación suelen aparecen en relación a los participantes, al desarrollo del trabajo
y a factores inherentes del propio investigador.
1. Qué es la Ética
Con sólo consultar el diccionario, ya en
su primera acepción, se define este término,
como la parte de la Filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Ateniéndonos solo a esta
definición, la Ética es considerada, por muchos, sinónimo de Filosofía moral, y por lo tanto una parte de la Filosofía encargada del estudio de
conductas morales. Pero esta consideración nos parece excesivamente restrictiva, reservada a los filósofos morales y alejada de nuestras posibles consideraciones.
Sólo hay que introducirse en el conocimiento vulgar, no academicista ni científico, para conocer otras acepciones de ética, más vinculadas a cada uno de los actos que se realizan cada día, en diferentes ámbitos de la vida. La ética concierne o nos concierne a todos, en la medida que todo el mundo se enfrenta con situaciones que implican la toma de decisiones. Esta segunda forma de ver la ética, ética popular o ética mundana, en palabras de Hidalgo (1994) no está reservada a nadie: ni a filósofos morales, ni a creyentes, ni a no creyentes. Hace referencia a «todas las normas y prácticas morales que en el mundo han sido desde los tiempos prehistóricos (el período de la eticidad de la costumbre, en expresión de Nietzsche) hasta nuestros días» (Hidalgo, 1994:15).
En este sentido, hoy vamos a reflexionar
sobre aquellas normas que como investigadores
deberíamos respetar para que nuestros actos o los resultados de los mismos,
sean éticamente correctos.
2. ¿Por qué la investigación debe ser un acto ético?
Todas las
definiciones recogidas por nosotros y analizadas para poder llegar a un acuerdo sobre el concepto de investigación, implican un proceso encaminado a ampliar el cuerpo de conocimientos que se poseen, o resolver interrogantes o lagunas existentes en dicho conocimiento y que no pueden ser
resueltas con los conocimientos que poseemos. Pero la investigación en educación, que es el caso que nos ocupa, no es sólo un acto técnico; es ante todo el ejercicio de un
acto responsable, y desde esta perspectiva la
ética de la investigación hay que planteársela como un sub conjunto dentro de la moral general aunque aplicada a problemas mucho
más restringidos que la moral general, puesto que nos estaríamos
refiriendo a un aspecto de la ética profesional.
Pero la ética en una profesión es la
obligación de una conducta correcta. Las múltiples
situaciones a las que hay que dar respuesta desde cada profesión, muestran que la ética profesional es una parte de cada acto profesional individual que incluye
un conflicto entre el efecto intencionado y el efecto conseguido. Así pues, desde el punto de vista de la investigación, un acto ético es el que se ejerce responsablemente, evitando el perjuicio a personas, que a veces
se realiza inconscientemente, por estar vinculado el daño a los métodos que el investigador utiliza para la consecución de sus fines.
En los últimos años (Anderson y Ball, 1978) se han realizado diferentes códigos de ética y normas de actuación para la investigación educativa. En la mayoría destacan: la protección
de los seres humanos, que el investigador dé a conocer su orientación y valores, que respete las condiciones de intimidad, etc.
En la mayoría de la bibliografía consultada
aparecen cuatro problemas éticos fundamentales:
a)
Ocultar a los participantes la naturaleza de la investigación o hacerles participar sin que lo sepan.
b)
Exponer a los participantes a actos que podrían perjudicarles o disminuir su propia
estimación.
c)
Invadir la
intimidad de
los participantes
.
d)
Privar a
los participantes
de los beneficios.
En todos los casos se trata de violaciones de los derechos de las personas, basados en los principios de respeto, justicia y optimización de beneficios, principios que constituyen la base de la investigación ética en seres humanos.
Si bien de estos principios han participado todos los teóricos preocupados por el tema, sin embargo pensamos que en estas
relaciones están ausentes los marcos teóricos,
la ideología, cuando es ella, en gran medida, la que marca las decisiones en los problemas de investigación que se
generan, y que justifica las acciones de los
investigadores en base a ellos.
Explicaremos un poco qué pretendemos decir con ello. Durante los últimos años se ha vertido
gran cantidad de tinta sobre qué era importante investigar en educación, cómo debería investigarse, si debemos hablar de investigación en educación o investigación
educativa, si los métodos deberían ser cuantitativos, cualitativos o integración de ambos etc.
Creemos que estos problemas no son asépticos, ni están al margen de los marcos ideológicos de las personas que lo plantean. Si se realiza una
investigación para establecer estándares
en evaluación o cuando el profesor establece los criterios de evaluación, se han tomado una serie de
decisiones, según un sistema de valores conscientes
o inconscientes, que reflejan la opción teórica e ideológica de quien lo realiza.
Por ejemplo, cuando se establecen estándares en evaluación, se estará admitiendo la igualdad de oportunidades que tienen todos los alumnos para acceder a la educación y la libertad,
para conseguir o no dichos
estándares; lo que no tenemos
tan seguro es que, junto a
este principio de libertad, corra paralelo el principio de justicia social,
sabiendo, como sabemos,
las diferencias de partida que tienen los alumnos en esta sociedad,
en la que, como bien dice Mate (1999:6), se ha olvidado que «la justicia no es en primer lugar una distribución
igualitaria de la libertad sino una distribución responsable del pan».
Plantearse una investigación de establecimiento de estándares en evaluación está en gran medida respaldada
por un marco ideológico donde la satisfacción de algunos prima sobre la necesidad de justicia social y de reparto inversamente proporcional a las desigualdades de partida. Hablar de esto
suena a trasnochado, no válido para una sociedad
democrática y con reivindicaciones nostálgicas que parece que ya no nos atañen. Hoy hay que hablar de
investigaciones sobre calidad o investigaciones de calidad, y sobre esto ya estaríamos en una órbita distinta y
desde luego en líneas prioritarias de investigación.
¿Un Centro tiene mayor calidad
cuando, después de un proceso
todo lo participativo y demócrata que queramos, propone, como puntos
débiles a mejorar, ampliar
la biblioteca del centro o disminuir el número de alumnos por aula, que un centro que entre sus objetivos de mejora está
la disminución de los índices de fracaso o el
cambio de actitudes ante la integración o la multi culturalidad?, ¿conceptualizar la calidad para evaluar estos centros, acaso no es un problema ideológico?.
Tanto los temas de investigación, como los problemas que desde los mismos se generan e incluso las conceptualizaciones que realizamos, no están al margen de los marcos ideológicos de las personas que lo realizan.
El método y las técnicas que se utilizan van a estar condicionados por el problema planteado. Después se dirá
que no importa el método que utilicemos si conseguimos resolver el problema; claro que es cierto esto, pero cada
problema exige para su investigación una lógica diferente y en consecuencia unas técnicas diferentes, y por lo tanto,
nos guste o no, la delimitación y concreción del problema condiciona toda la investigación, y esto no está al margen de los marcos
teóricos e ideológicos de quien lo plantea.
3. ¿Código o códigos deontológicos en Investigación Educativa?
Hablar de un código deontológico para la investigación, nos resulta bastante difícil porque sería estar admitiendo la universalidad de los actos humanos, de los valores
de los profesores, de un método único que diera lugar a toma de decisiones universales.
Esto sería valido desde la perspectiva positivista, donde los investigadores son considerados ajenos al proceso, que basan sus decisiones en pruebas válidas y fiables, siendo los resultados de dichas pruebas los únicos indicadores para la toma de decisiones.
En este modelo, las actuaciones más censurables han estado vinculadas al desarrollo del proceso de investigación.
En la investigación experimental existe manipulación de la variable independiente y contextos artificiales o selección de las condiciones en las que va a tener lugar la experiencia, que puede llevar a los participantes a estados no deseados o situaciones de cansancio, estrés o frustración.
Cuando la investigación es considerada un proceso encaminado a la comprensión de las realidades globales y holísticas, no ausentes de valores y
generadora de un conocimiento fundamentalmente ideográfico, la tarea se complica hasta el extremo
de plantear diferentes códigos
deontológicos, en función
del tipo de investigación que se realiza.
En uno de los aspectos en que la visión post-estructuralista del conocimiento es incompatible con la noción de medidas fiables, es la idea de no consistencia a través del tiempo, contextos o individuos, de dicho conocimiento. Gage (1989) escribía: Los «efectos de las interpretaciones que del mundo hacen las personas sobre sus actos, crean la posibilidad de que las personas difieran en sus respuestas a las mismas o similares situaciones». Esto implica que la investigación que se realiza sobre un área problemática, está en función de la interpretación que el investigador haga del tema, la cual estará siempre vinculada al contexto y a los valores del investigador, que impregnan todo el proceso.
Pero desde el punto de vista ético ¿todos los valores son válidos para fomentarlos? ¿En cuáles educar? Y decimos educar, porque consideramos que la ética es algo mas que una reflexión sobre los valores o antivalores de la actividad educativa, es ante todo un saber práctico. No vale sólo decir que vamos a reflexionar sobre
tal o cual valor porque éstos, sin dejar de ser conocimiento, que consideramos hay que aprender, son ante todo conductas que hay que practicar.
En la
sociedad «postmoderna» conviven
muchos valores pero no vamos a aceptar que todos valen, ni tampoco confundir la pluralidad con la neutralidad valorativa o la falta de criterio sobre lo debe o no debe ser. Hay valores negativos, contrarios a lo que es de desear en una sociedad democrática y éstos hay que denunciarlos como contravalores. El relativismo del todo vale lo sustituimos por sólo vale lo que tiene valor positivo, y en esto la investigación no es una excepción.
En un trabajo sobre la enseñanza de los valores, Camps (1998), plantea: «hay unos valores universales –mejor- universalizables ineludibles para construir una ética, sea cual sea la cultura a la que deba aplicarse. Son los valores, para entendernos, derivados de la triada libertad, igualdad y fraternidad, contenidos en los derechos humanos, valores que recogen el fruto de un pensamiento gestado a lo largo de siglos». Continúa planteando la dificultad de concreción de dichos valores, aspecto en el que estamos totalmente de acuerdo, pero en el campo de la investigación aspectos tales como: el respeto mutuo, la solidaridad, la dignidad de las personas, la no discriminación, no incidir en desigualdades sociales, etc. son valores irrenunciables sea cual sea el modelo de investigación que se realice.
4. Problemas éticos de la investigación educativa
No hace mucho tiempo investigar en educación era algo impensable, y mucho más impensable realizar investigación educativa. Y digo esto porque quizás sea conveniente aclarar las diferencias habidas entre ambos tipos de investigaciones.
Investigar sobre aspectos educativos se ha hecho, y se sigue haciendo, sin que la intencionalidad del que la hace sea educativo en sí mismo. Por ejemplo, se puede investigar sobre los gastos en educación, o sobre la influencia de un determinado suceso histórico o sociológico en el contenido de los libros de texto, y sin dejar de ser importantes temas de investigación en educación, no entrarían en investigación educativa, dejando para esta categoría aquella investigación que no sólo arranca de la práctica educativa, sino que además se construye desde ella para su transformación y mejora (Sánchez,1997).
Ni una ni otra eran contempladas en los planes
de investigación, no sólo nacionales, sino internacionales. De investigación en educación, en nuestro país puede hablarse realmente desde 1950. Según datos del CSIC, el único centro de investigación era el Instituto de Pedagogía «San José de Calasanz» que contaba en el 1955 con sólo
dos miembros y dos colectivos ubicados en Madrid.
Hasta 1969 no se creó una red permanente de centros dedicados
a la investigación, innovación y
formación del profesorado. Son el C.E.N.I.D.E. como entidad central coordinadora y los I.C.E.S.
Hace sólo
30 años que comenzó a considerarse la investigación en educación, y posteriormente la
investigación educativa, conveniente y que mereciera la pena invertir en ella.
Por esto, creo que es importante, para entender la situación actual, diferenciar la no utilización de la investigación para fines educativos, de la incorrecta utilización que hagamos
de la misma.
Sólo cuando hablamos de incorrecta
utilización de la investigación educativa, estaremos
contemplando la dimensión ética que hoy nos ocupa. Analizaremos los problemas éticos respecto a los
participantes en la investigación, en el desarrollo del trabajo y del propio investigador.
a)
Problemas éticos
respecto a
los participantes
El principio ético que debe primar en toda investigación educativa es el respeto a la autonomías de los participantes.
Estamos
abogando por el principio Kantiano
de «siempre tratar
a las personas como fines en sí mismos y nunca como medios».
Frente
al principio de autonomía nos encontramos con principios utilitarios, que plantean
principios éticos hipotéticos, toda vez que permiten esta autonomía sí implica maximizar beneficios. En el marco del
utilitarismo, la autonomía es instrumental: respetándola puede servir completamente los objetivos utilitarios (Howe and Moses,1998). Por ejemplo, desde la moral utilitaria, se aceptan combates entre personas, si esto provoca placer a la mayoría. En el balance final, el placer producido es mayor que el daño implicado. Esto puede ser extendido igualmente a la investigación bio médica o educativa, cuando se defiende en base a que el conocimiento que genera, implica mayor beneficio, a largo tiempo,
que el pequeño daño producido. Pero desde este planteamiento pueden cometerse, además, daños morales a los participantes, de muy difícil
solución.
De acuerdo con MacIntyre (1982), un daño moral se produce en una persona, cuando un curso de acción produce en esa persona una grata propensión a seguir actuando incorrectamente. Hay extensa documentación sobre investigaciones que habiendo aportado importantes beneficios para el conocimiento, han causado irrevocables daños morales. Quizás, el mas conocido es el de Laud Humphreys sobre comportamientos homosexuales, o los documentados por Haworth (1997). Así pues, cuando se inflige daño moral, la justificación para hacer tal trabajo va incluso mas allá del balance daños-beneficios.
Consideramos que la protección de los
participantes en la investigación, exige respetar
la autonomía, informando a los participantes de los fines que se persiguen con el desarrollo del proyecto, sin ningún tipo de coacción económica o de poder.
Junto al
valor de la autonomía está el de la privacidad de los participantes. Esto exige
anonimato de los que participan y confidencialidad por parte del investigador, si no hubo anonimato al facilitar la información. Sin lugar a dudas estos
principios éticos son enormemente controvertidos en Ciencias Sociales. Un informe de investigación educativa sobre una deficiencia, la
confidencialidad puede perjudicar a los investigados para su posible intervención, y la no
confidencialidad puede ser utilizada para la exclusión de ciertos
trabajos o situaciones. De aquí, que la necesaria
confirmación de los participantes,
tras la oportuna información de lo que se pretende y de lo que se ha conseguido, para poder respetar dichos principios (autonomía y privacidad) nos parecen irrenunciable en las Ciencias de la Educación.
En la investigación interpretativa, los problemas éticos surgidos de la relación con los participantes son bastantes difusos
aunque no por ello menos importantes. Una investigación interpretativa exige un marco de relaciones sociales en los cuales existen negociaciones previas entre el
investigador y el grupo de personas que participan, haciendo presentes creencias, valores, etc. De alguna manera, la ciencia social,
desde esta perspectiva, es considerada por Macintyre (1982) ciencia moral.
La
investigación interpretativa tiene sus particulares principios
éticos (Lincoln, 1990; Murphy and Johannsen, 1990; Wax, 1982), resaltando en primer lugar la
paridad y la reciprocidad
entre todos los participantes, y en segundo lugar, la protección de la privacidad y la cautela en la emisión de juicios para poder hablar realmente de ética en las relaciones de los participantes.
El principio de paridad supone aceptar la participación de todos con igual peso en el desarrollo de la investigación. No debe existir un objetivo
partidista, en cuya consecución se impliquen todos, por engaño y con finalidades ajenas al grupo. Todos los participantes son fines en sí mismos y no
medios para conseguir determinados propósitos individuales.
Junto a la paridad, el respeto mutuo exige la no discriminación ni la jerarquización de valores en función del poder que se ostenta en el grupo.
La privacidad es un tema importante
porque, si en este modelo no es posible hablar
de anonimato, la confidencialidad de los resultados permite el respeto a la intimidad y el derecho de la persona a elegir su vida.
La cautela en la emisión
de juicios, saber dónde comienza
lo que describimos y dónde acaba la descripción de las situaciones que han sido investigadas, es necesaria. La vastas y densas descripciones implican negociación entre los participantes para la construcción de tales descripciones y el olvido consiguiente de perspectivas individualistas. La ausencia de
objetividad, puesto que las descripciones exigen una fuerte carga de
interpretación-evaluación, transforma los informes de las investigaciones en "juicios", importantes juicios, que hay que consensuar y documentar.
b)
Problemas éticos
en el
desarrollo del
trabajo
Los usos incorrectos en la investigación educativa pueden aparecer
tanto en la planificación como en el proceso o en la utilización de resultados.
Presentamos
a continuación un cuadro referido a la evaluación (Christie and Alkin, 1999) y adaptado por nosotros al contexto de la investigación educativa y en la tabla que prosigue presentamos cuál sería la utilización inadecuada de las diferentes etapas del proceso
de investigación:
Etapas de la Investigación |
Intenciones del investigador |
Resultados obtenidos |
Planificación de la investigación |
-Provecho político -Publicidad -Provecho personal -Relaciones públicas -Prestigio -Justificación de resultados |
- Mal uso |
Proceso |
-Prorrogar decisiones críticas -Trabajar con muestras intencionales, para fines políticos o personales -Utilizar influencias para sabotear la investigación |
- Mal uso -
Investigación no concluida |
Resultados obtenidos |
-Aceptar hipótesis, que son falsas -Modificar conclusiones -Simplificar, exagerar u ocultar resultados. - Informes intencionados, |
- Mal uso - Uso
indebido, conscientemente de unos
falsos resultados |
Etapas de la Investigación |
Intenciones del investigador |
Resultados obtenidos |
Planificación de la investigación |
-Provecho político -Publicidad -Provecho personal -Relaciones públicas -Prestigio -Justificación de resultados |
- Mal uso |
Proceso |
-Prorrogar decisiones críticas -Trabajar con muestras intencionales, para fines políticos o personales -Utilizar influencias para sabotear la investigación |
- Mal uso -
Investigación no concluida |
|
que no responden a los resultados obtenidos. - Utilizar resultados con fines distintos a los planteados en
la planificación. |
|
c)
Problemas éticos
del propio
investigador
El primer aspecto que analizaremos en la utilización de la investigación educativa es la intencionalidad del que la realiza.
Todos los investigadores consideran que su investigaciones van a ser importantes una vez realizadas, por lo tanto, cobra especial protagonismo la intencionalidad que se tiene
en el trabajo.
Los investigadores educativos, esperan que su conocimiento pueda contribuir a la mejora de las prácticas educativas e incluso que tenga repercusiones
políticas que mejoren la vida en las escuelas.
Estas amplias expectativas generan a veces fraudes en las informaciones que se difunden en base a datos falsos. En una encuesta
realizada en 1988 sobre comportamientos no éticos de los investigadores, un 19% dijeron ser conscientes de que realizaban plagio y falsificación de datos (LaFollete, 1994) e incluso llegaron a decir que dichas conductas son mas frecuentes de lo que normalmente se dice (Howe and Moses, 1998)
A raíz de estas encuestas, se realizaron listados en algunas universidades, con investigadores fraudulentos, pero ciertamente hay que decir que son más los que buscan
la verdad en el conocimiento que los farsantes de datos.
En función de la intencionalidad de la investigación, se pueden ocasionar dos tipos de daños (Warwick, 1982) que son intrínsecos y extrínsecos.
Consideramos daños intrínsecos aquellos que se ocasionan por el desarrollo del propio proceso. Por ejemplo, utilizar la decepción o el cansancio en las investigaciones educativas, para el estudio de este tipo de problemas, o simplemente causar
estrés o alteración anímica, por la situación de la investigación.
Por daños
extrínsecos entendemos aquellos que se generan por la mala utilización que hacen
de los resultados, personas ajenas
al investigador. En este daño no existe
responsabilidad moral del equipo de investigación pero si repercute negativamente en la imagen política y social de la profesión de investigador. Por ejemplo, utilizar determinadas investigaciones sobre las razas para jerarquizarlas en mejores o peores, o investigaciones sobre la calidad en los Centros para fines políticos o ideológicos.
Warwick (1982) realizó una taxonomía de daños ocasionados por los errores
de una mala utilización de los resultados de la investigación. Las categorías fueron: a) daños a los participantes de la investigación, b) daños a los investigadores y a la profesión de la investigación, y c) daños a la sociedad en general.
Si bien los daños a los participantes ya
ha sido más arriba comentado, para terminar
nos gustaría centrarnos en los dos últimos.
5. Daños a otros investigadores: El Plagio
Es el problema ético mas conocido y el
que más juicios ha levantado por el perjuicio
que ocasiona a los propios
colegas de profesión.
Existen tres tipos de plagio:
a)
Copiar literalmente un trabajo
de investigación de otros colegas
y presentarlo como propio.
b)
Utilizar trozos
de textos
o citas de
otros autores
sin citarlo.
c)
Usar la
propiedad intelectual
de un
autor, sin
su permiso
expreso.
Estas tres situaciones, han sido frecuentemente denunciadas y atentan gravemente contra la ética de la investigación. Hoy, con la posibilidad de acceder tan fácilmente a la información, el plagio podría parecer que
se acrecienta pero justamente esta mayor accesibilidad a las investigaciones permiten un mayor control, junto con el desprestigio social que llevan aparejadas este tipo de conductas.
Howe y Moses
(1998), comentan como un autor Jordano, llegó en 1977 a Estados
Unidos al realizar un postgrado en investigación médica.
Publicó en una revista prestigiosa un
artículo sobre el cáncer que previamente había sido publicado por otro autor en una revista Japonesa. Pero aún peor, dicho i nvestigador, no había conseguido el grado de licenciado en su país y había falsificado la documentación. Ejemplos de casos similares, hay bastantes.
Quizás el acto de plagio más inmoral es
el que se comete por abuso de la autoridad.
Me estoy refiriendo a las publicaciones que los investigadores realizan como propias,
sin citar a los colaboradores, siendo en la mayoría obra de todos,
o los plagios de trabajos
de alumnos o compañeros utilizando el estatus o poder. El hurto de la propiedad intelectual del trabajo, supera el plagio para pasar a ser considerado «abuso de poder».
6. Daños sociales: Utilización de datos falsos
Una vez realizada la investigación, la utilización de los resultados y la veracidad de las conclusiones obtenidas, son, finalmente, fuentes de errores en la conducta
del investigador.
Patton (1997), refiriéndose a las
evaluaciones enfatiza la obligación de los evaluadores para buscar una utilización en la que estén de acuerdo los evaluados. En este mismo sentido,
cuando investigamos con seres humanos, es primordial contar con los investigados para la finalidad de las investigación; hasta tal punto
que es obligación consensuar con el resto de los miembros del grupo, en el caso de la investigación-acción, o con las personas que forman la muestra del trabajo, la intencionalidad y repercusión futura de dicha investigación. No hacerlo
así, conduce a un uso inadecuado de los resultados obtenidos.
La utilización de datos falsos se puede deber a dos razones:
a)
Para confirmar
hipótesis.
b)
Para conseguir
mayor reputación.
En el primer caso, los investigadores
cambian los datos obtenidos para poder confirmar
hipótesis que son falsas. Esta conducta a veces es inducida por presiones externas
que por haber financiado la investigación desean confirmar hipótesis
beneficiosas para sus propósitos.
En el segundo caso, el investigador ofrece resultados y conclusiones sobre datos inventados.
Cuando hay evidencia clara de datos falsos, el problema ético esta claro; pero probar que los datos han sido inventados, es un dilema ético más complejo. El ejemplo más alarmante de datos falsos fue la investigación de Cyril Burt, eminente psicólogo británico, que tras un excelente trabajo sobre gemelos univitelinos, para probar la importancia de la herencia o el medio en determinados conductas, se pudo probar, después de muerto, que todos sus datos fueron falsos ( Howe and Moses 1998: 29).
¿Qué razones o presiones pueden tener los investigadores para este tipo de conductas?
1)
Competición
entre investigadores para ofrecer primicias en los hallazgos de investigación
2)
Conflictos con las empresas cuando
tienen que ofrecer resultados contrarios
a sus intereses. Por ejemplo, financiación de determinadas editoriales para realizar investigaciones cuyos resultados vayan encaminados a resaltar la metodología del texto; o la financiación de alguna empresa farmacéutica para la promoción de determinados productos. En estos casos, en
los que la finalidad de la investigación está fijada por agentes externos, puede obligar al investigador a falsear datos para poder seguir
consiguiendo la financiación.
3)
Necesidad de publicar para conseguir un determinado grado profesional. Esta situación ha empujado a investigadores a inventarse datos que nunca han sido obtenidos en un proceso científico.
4)
Abusos desde el poder, para conseguir
que sean publicados determinados trabajos en la línea del que ostenta el poder, en detrimento de otros que plantean resultados contrarios.
Todas estas situaciones han llevado a las asociaciones de investigación educativa a plantear códigos
éticos entre sus asociados.
7. Ejemplos de códigos Éticos
Códigos de ética profesional han existido
al menos desde la antigua Grecia (código hipocrático). Todos expresan las conductas éticas de los grupos de personas que trabajan
en una misma profesión. Estos códigos intentan
representar los valores
de la mayoría de los profesionales pero, como decimos
al principio de esta charla,
dejan sin resolver,
porque no puede ser de otra manera,
los dilemas éticos, de casos concretos, al tener que ser muy generales.
Todos se centran en la consideración de valores positivos y especialmente en los daños morales asociados con diferentes tipos de actividades profesionales; sirviendo de recordatorio de obligaciones para los veteranos en la profesión, y punto de arranque y norma para los recién llegados.
Los códigos en investigación educativa son relativamente recientes. El primero, aunque no directamente referido a una asociación de investigadores educativos, fue el de la APA, American
Psychological Association, en el año 1940.
La preocupación más visible estaba centrada en el tratamiento de los participantes de la investigación (daño moral, respeto,
confidencialidad etc.) y en menor
medida, el plagio
y el fraude de datos. Sin embargo, el aumento de investigaciones cualitativas, ha hecho que se enfatice el control en el fraude de las informaciones.
El código de la AERA (1992) en la primera
página se pone de manifiesto el respeto
a los derechos y dignidad de los participantes en la investigación. Igualmente se insiste en la necesidad de solicitar
conformidad para la participación. Al igual que el código de la APA, concluye haciendo una llamada a la protección de la privacidad de los participantes y de los datos, tanto como sea posible. Respecto a los fraudes con los datos dice: «La investigación educativa no debe fabricar, ni falsificar, ni ser fraudulenta con los datos, evidencias, resultados o
conclusiones. Los investigadores deben, además, controlar el uso para evitar propósitos fraudulentos».
Establece, al igual que el anterior normas sobre la propiedad intelectual, el plagio, y todos los actos
fraudulentos tanto en el desarrollo de la investigación como en las aplicaciones y difusión de resultados.
La utilidad o no de los códigos deontológicos sería motivo de una nueva discusión. Sólo para terminar, exponer que si el investigador respeta los derechos que las personas tienen legal y moralmente reconocidos, tendríamos recorrido un gran camino en los aspectos éticos de la investigación.
Referencias
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