EL DISCURSO

 

Qué es un Discurso (sus tipos y características)

Equipo de Enciclopedia Significados
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Creado y revisado por nuestros expertos
Dr. Deivi Talavera

El discurso es una narración oral premeditada y expresada en actos solemnes y masivos, generalmente políticos, sobre un tema, pensamiento, visión y / o conclusión con el fin de emocionar, informar o persuadir al público asistente.

Discurso proviene de la palabra latina discursus que significa ‘carrera de un lugar a otro’ que a su vez deriva de 'conversación' en el sentido de ‘expresión oral de un razonamiento’.

Un discurso puede ser pronunciado por cualquier persona siempre y cuando sea indicado y aprobado por el público o la entidad organizadora.

Un discurso de graduación, por ejemplo, es pronunciado por un estudiante escogido para emocionar y definir el fin de una etapa académica y un discurso de agradecimiento puede ser pronunciado por cualquier persona que quiera exponer públicamente su agradecimiento hacia otra persona o grupo.

Discurso directo en lingüística se refiere a la forma de escribir las oraciones expresado directamente por el interlocutor que se expresa mediante los dos puntos (:), entre comillas (“”), los guiones (--) o globos de diálogos como sucede en las historietas. Por ejemplo:

  • Daniel: Voy al supermercado
  • “Voy al supermercado”.
  • --Voy al supermercado.

El discurso indirecto en el presente o en el pasado expresa lo que sucede o sucedió en tercera persona. Como por ejemplo: Daniel va al supermercado o Daniel fue al supermercado.

El Discurso del método, por otro lado, es un libro escrito en el año 1637 por René Descartes origen de la famosa frase “pienso, luego existo”.

Tipos de discursos

Los tipos de discursos se dividen en el carácter y función que tiene. Se clasifican los discursos en 5 tipos o estilos:

  • Discurso narrativo: tiene una estructura literaria compuesta de un inicio, un desarrollo y un fin. Es utilizado en discursos literarios y en discursos noticiarios.
  • Discurso expositivo: tiene como objetivo exponer y explicar un concepto, una idea o una opinión. Debe caracterizarse por ser clara, concisa y objetiva. Suele dividirse en: discurso explicativo, discurso descriptivo, discurso de definición.
  • Discurso argumentativo: tiene como fin convencer al público, a través de argumentos, sobre una postura, tesis o idea que se desea demostrar.
  • Discurso informativo: tiene la finalidad de informar por lo tanto usa un discurso indirecto en tercera persona y suele ser restricto a hechos y no a opiniones. También es llamado como discurso referencial.
  • Discurso publicitario: tiene como función vender algún servicio o producto. Suele ser entretenido y dinámico.

El discurso político puede ser narrativo (para conmover), expositivo (para explicar medidas políticas), argumentativo (como defensa o defensa de ideas políticas), informativo (informar sobre las medidas políticas tomadas) o publicitario (llamado en política, demagogia).

Introducción al análisis del discurso
Vicente Manzano – 2005
Qué es discurso
Existe una gran cantidad de términos que se confunden con discurso: debate, consejo, negociación, exposición, texto, argumentación, retórica, diálogo, monólogo, miting, etc. Lo que vamos a entender por discurso tiene un origen lingüístico, pero se extiende más allá, llegando a un significado muy amplio y, a la vez, operativo y poderoso, tanto para entender lo que ocurre como para
intervenir en ello. Hay dos aspectos, relacionados con la naturaleza humana, que ayudan a nuestro cometido de entender qué cosa es esa del discurso: las personas somos seres sociales y lingüísticos. Para entendernos como personas necesitamos tener en cuenta que nacemos y nos hacemos en sociedad, de la que tomamos conocimientos, pensamientos, formas de estructurar lo que nos rodea, hábitos, moral, cultura... y lenguaje. Éste no es un compartimiento estanco, sino que está confundido con todo lo demás. El lenguaje (de las palabras, de los gestos, de los símbolos más diversos...) estructura el pensamiento, permite la comunicación, otorga significado a lo que ocurre... y también absorbe cuanto ocurre, mutando continuamente. Las personas hemos nacido y nos comportamos en este entorno complejo y simbólico.
Al unir el lenguaje (en su sentido amplio, que incluye toda gestión de símbolos más allá de las palabras) con la vida en sociedad, obtenemos los discursos. Éstos constituyen unidades con significado completo. Un discurso es más que una colección de frases. Incluye, como veremos, ideología, cultura, contexto complejo. Los discursos son compendios que transmiten significados y proponen comportamientos sobre asuntos que pueden ser muy específicos o muy generales. Cada vez escuchamos más expresiones como “el discurso de los medios” “el discurso de la derecha” “el discurso del mercado”, etc. Y no es
que estos agentes tomen un micrófono ante las cámaras y lean un texto escrito.
Un discurso puede ser desde eso, un texto breve escrito, hasta una amplia colección de películas, libros y leyes, por ejemplo. Es como si alguien que piensa de un modo definido creara muchas películas, muchos libros y muchas leyes desde su visión particular del mundo, su propia ideología, su forma de entender las cosas, sus objetivos, su versión de lo bueno y lo malo, etc. No es una persona concreta quien se encuentra tras esos discursos, sino muchos agentes que comparten esos mismos elementos y que trabajan, muchas veces, sin ser conscientes del discurso que elaboran, mantienen y propagan.

De hecho, en la práctica, aplicamos el término “discurso” tanto en su versión amplia como reducida. Un discurso es tanto esa colección de acciones unificantes o uniformadoras con respecto a una forma concreta (que puede ser muy compleja) de entender las cosas y de actuar con respecto a ellas, como cada una de las unidades más concretas, pero con sentido completo, que se elaboran desde esa versión amplia. En este segundo sentido, un libro concreto de ese “paquete amplio” es un discurso, como lo son unas declaraciones de un líder político en una rueda de prensa o una lección de un profesor en una clase
universitaria.

El análisis del discurso es un campo de estudio muy complejo y necesariamente multidisciplinar. Surge históricamente de varios frentes, especialmente en el seno de la lingüística, cuando se desea seguir avanzando en la comprensión del lenguaje (de los fonemas a las palabras, de éstas a las frases, de éstas a las composiciones, de éstos a los textos completos). Pero pronto se observan iniciativas desde la antropología, la etnografía, la psicología, la sociología, la historia... Son muchos los aspectos relevantes en un discurso que competen a disciplinas que tradicionalmente han trabajado por
separado.
Hoy en día, el análisis del discurso se encuentra en plena fase de expansión. No existe un paradigma dominante. Se trata de un campo de estudio que sigue cobrando forma con rapidez y que se aplica a todo tipo de contextos. Si bien coexiste una perspectiva muy lingüística, que pretende un análisis aséptico de los discursos, es muy habitual que los analistas se conciban como agentes de cambio, es decir, como personas que tienen la responsabilidad de denunciar los efectos de los discursos, de hacer explícitos sus componentes, de dar a conocer cómo nuestra construcción de la realidad está fuertemente
mediatizada por los discursos que recibimos y habitualmente mantenemos y repetimos. Los discursos constituyen tal vez la herramienta más persuasiva para conseguir modelar actitudes, es decir, formas de pensar, sentir y actuar. Teniendo el poder de dar forma y transmitir los discursos, se posee también la
oportunidad de construir realidad.

En qué consiste el análisis del discurso
Para analizar un discurso es necesario, obviamente, identificarlo primero. Esta tarea es dinámica. Si hablamos del discurso de una unidad muy concreta (como una sesión de clase o una comparecencia de un político ante los medios), la tarea parece más fácil. Pero hay que considerar que esa unidad se genera desde un todo más amplio e identificarlo es una tarea no inmediata. Analizando varias unidades concretas, el discurso en sentido amplio va aflorando con nitidez, tomando forma y mostrándose cada vez con mayor claridad en toda su complejidad.
Como el discurso genera realidad, analizarlo implica descubrir no sólo sus elementos característicos, sino su funcionamiento, es decir, cómo consigue
construir realidad y esa en concreto. Por tanto, analizar el discurso implica:
1. Identificar los componentes que rodean al discurso, que hacen
comprensible su contenido, su cometido y su efecto:
a. Contexto (físico, psicológico, político, cultural...)
b. Asunto o tema (explícito e implícito)
c. Los agentes y los pacientes implicados (quien lo genera, para
quién, sobre quién, qué relaciones de poder alimentan)
d. Productos (qué materiales se están generando desde ese
discurso, con qué funciones, mediante qué canales)
2. Entrar en su contenido denso:
a. Ideología (valores, actitudes, visión del mundo...)
b. Recursos lingüísticos (expresiones, metáforas...)
c. Argumentaciones (lógica, heurísticas, recursos...)
d. Técnicas de persuasión empleadas.
e. Propuestas de acción implícitas y explícitas.
f. Estrategias de apoyo y legitimación (datos, expertos, tradición...)
3. Generar un modelo completo sobre el discurso, que considere la
relación entre todos los elementos analizados, su génesis, su expresión
y sus consecuencias.
En el llamado análisis crítico del discurso, hay más que los puntos anteriores, puesto que el analista se plantea seriamente qué se puede hacer para enfrentarse al discurso como herramienta de poder, cómo intervenir. El objetivo del análisis crítico del discurso es asumir una posición con el fin de descubrir,
desmitificar y, al mismo tiempo, “desafiar” una posición o dominación mediante un análisis crítico del discurso opuesto. Así, en lugar de centrarse en la disciplina y sus teorías o paradigmas lo hace en la relevancia de una situación problemática o crucial. El trabajo de un analista crítico está orientado por un “problema” más que por un marco teórico; su análisis, su descripción de un fenómeno como la formulación de una teoría juegan un rol en la medida que permita una mejor comprensión crítica de la “desigualdad social” basada en, por ejemplo, origen, género, clase, religión, lengua, u otro criterio que pueda definir las diferencias humanas. Su fin último no es puramente científico, sino también político y social, es decir, con tendencia al “cambio”. Es justamente en este sentido que la orientación social se transforma en “crítica”. Quienes se mueven en esta senda ven el AD como una tarea moral y política con responsabilidad académica”. (Silva, 2002: 4)

Discurso y poder
Hasta el momento han ido aflorando varios conceptos importantes en torno a los discursos. Como hemos señalado en el punto anterior, el análisis crítico se plantea descubrir y hacer públicas las relaciones de poder que alimentan los discursos dominantes y suministrar armas a la población (especialmente a los grupos más vulnerables) para conocer estos procesos y elaborar estrategias
para defenderse y actuar. Desde ese punto de vista, es importante partir de algunos conceptos clave, sin
los que no es posible adentrarse en la realización de ningún análisis crítico. Tales conceptos son los que siguen.
Poder
En palabras de Álvarez y Svejenova (2003:13) el poder “es el potencial de movilizar la energía de las personas de forma que su comportamiento se encamine a realizar aquello que queremos”.
1. La relación entre las personas puede establecerse con objetivos muy
diversos. Uno de ellos es la motivación de poder.
2. El poder es una posición de privilegio que permite definir el
comportamiento de los demás. Es potencial. Que alguien tenga poder no
significa necesariamente que lo utilice. Y aunque se puede definir el
poder en muchos términos, finalmente, el objeto terminal, lo que focaliza
la atención y da a la definición de poder sus propiedades es el control
sobre la conducta.
3. Aunque poder y uso del poder no son la misma cosa, la práctica muestra
que el poder es utilizado cuando se cuenta con esa posición de
privilegio. Incluso, algunos autores llegan a afirmar que sería poco ético
lo contrario; es más, que lo ético es precisamente utilizar el poder,
cuando se tiene, en provecho propio (Álvarez y Svejenova, 2003).
4. El control sobre la conducta puede realizarse de muchos modos, de tal
forma que las relaciones de poder han sufrido mutaciones a lo largo de
la historia.
5. La primera versión en el ejercicio del poder es el control directo sobre la
conducta, impidiendo u obligando a que se realicen determinadas
acciones, mediante una intervención física o presión psicológica.
6. Hoy sigue ejerciéndose un poder físico y directo, pero el más
característico es el psicológico e indirecto. Los valores actuales
establecen que es negativo obligar a las personas a ejecutar lo que no
quieren o impedirles realizar lo que desean. Así que el poder se ejerce
habitualmente sobre los deseos y cogniciones de tal forma que la
actuación sobre ellos permite que las personas se comporten como
disponen los agentes del poder y que lo hagan voluntariamente.

Persuasión
1. La persuasión es un ejercicio de poder que busca modificar la conducta
de las personas, individualmente o en grupo.
2. El objetivo último de la persuasión es, como en todo ejercicio de poder,
la conducta, pero su vía de actuación directa no es ésta, sino la “zona
interna” de las personas: sus cogniciones y afectos.
3. Una actitud es una predisposición a actuar sobre un asunto u objeto en
un sentido determinado.
4. La predisposición a actuar se explica porque la actitud está sujeta a tres
elementos constituyentes: uno comportamental (no es conducta, es
predisposición a una conducta o clase de conductas), uno afectivo (el
contenido e intensidad de las emociones que la persona posee con
respecto al objeto de la actitud) y uno cognitivo (los elementos
racionales, las creencias y las percepciones sobre el objeto de la
actitud).
5. Los componentes afectivo, cognitivo y comportamental constituyen un
cuerpo coherente. Si tuviera lugar un desequilibrio entre ellos, la persona
padecería una situación de desagrado, y tendería a solucionar el
conflicto interno modificando el componente menos costoso en cada
caso, para conseguir de nuevo el equilibrio.
6. La persuasión, por tanto, persigue un cambio de conducta actuando
sobre los componentes cognitivos (acción racional) y emocionales
(acción afectiva).
7. En la persuasión se pueden distinguir dos grandes líneas. Una, que
podríamos llamar de ciclo corto o persuasión inmediata, es la que se
ejerce para conseguir un efecto rápido. Se utiliza, por ejemplo, en
publicidad para propiciar que los consumidores adopten un
comportamiento determinado de compra. La persuasión inmediata no
puede tener grandes pretensiones: se fija en un objetivo poco ambicioso,
que afecta a elementos cognitivos, afectivos o conductuales muy
concretos y delimitados, fáciles de identificar y prever.
8. La persuasión de ciclo largo o mediata es muy compleja y afecta a la
forma con que los individuos interpretan su entorno y a sí mismos, afecta a los valores, a las ideologías y a las actitudes compartidas. La
persuasión mediata actúa sobre la comunicación grupal a largo plazo,
sobre la cultura, sobre la educación, es decir, sobre las fuentes de
socialización. Las personas, en ese proceso socializante, van
empapándose de esos valores, esas ideologías o esas imágenes sobre
el entorno y uno mismo, que participan en el ejercicio de poder que
suponen las persuasiones mediatas. La colonización cultural es un claro
ejemplo.

Valores
1. Un valor es una guía estándar y duradera para la conducta. Los valores
representan la importancia que poseen unos objetos, unos hechos o
unas formas de comportarse (Garcés, 1988).
2. Los valores se forman a través del aprendizaje, especialmente durante
el proceso de socialización. Las personas construyen su sistema de
valores en su experiencia social.
3. Los valores establecen las prioridades en los comportamientos porque
se utilizan como criterio en las decisiones. Cuanta más importancia
tenga un valor, más influencia ejercerá sobre la conducta de la persona
o del grupo.
4. Lo bueno y lo malo, lo mejor y lo peor, lo positivo y lo negativo... son
atributos que se definen mediante juicios de valor (Díaz, 2001). Las
personas y los grupos tienden a comportarse según lo que consideran
positivo, mejor o bueno (para sí mismas o para la comunidad).
5. El sistema de valores es complejo, por lo que es fácil que surjan
conflictos. Unos valores instan a realizar unas conductas y otros valores
apuntan en direcciones distintas ocasionalmente incompatibles con las
primeras. Los conflictos se resuelven gracias a que el sistema de valores
se organiza como una jerarquía, donde unos son prioritarios frente a
otros.
6. El sistema de valores de los individuos sirve también como presentación
de éstos, como elemento constituyente de su identidad. Por ello, sirve
para percibir coincidencias y divergencias entre individuos, que son
iguales o diferentes porque poseen sistemas de valores similares o
discrepantes, respectivamente.
7. Los valores participan, como elemento constituyente, en la formación de
la identidad de individuos y también de los grupos. Un grupo,
comunidad, colectivo u organización tiene unas características
definitorias que le conforman como diferente al resto de grupos, al
mismo tiempo que señala las coincidencias entre los miembros que lo
forman. Es decir, todo grupo tiene su identidad, formada a partir de las
simpatías cognitivas, afectivas y comportamentales de sus miembros.
Los valores son fundamentales, por tanto, para entender la identidad de
un grupo.

Ideología
1. La ideología es un concepto complejo que define la esencia de un grupo
consolidado.

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2. La ideología tiene competencias sobre tres objetos: el grupo como tal,
sus miembros y el entorno físico y humano (las otras personas, los otros
grupos, la civilización, la naturaleza).
3. El grupo como tal posee una misión, un papel que desempeñar y que
justifica su existencia.
4. Los miembros del grupo cuentan con un perfil concreto, medido en
buena parte en términos de valores y actitudes. La ideología establece
las condiciones para aceptar miembros y las condiciones de exclusión.
El nosotros y el ellos.
5. “Lo demás” es percibido de una forma determinada. La ideología incluye
una forma concreta de concebir el mundo.
6. El sistema de valores de la ideología establece las prioridades y las
normas de comportamiento, constituye la guía para realizar juicios
morales y justifica el establecimiento de la misión o papel trascendente
del grupo.
7. Las actitudes derivadas de la ideología, por tanto, definen las
predisposiciones conductuales de los miembros del grupo ante éste,
ante ellos y ante los demás y lo demás.
8. La ideología que define al grupo establece aspectos relacionados con la
identidad de esa comunidad, de tal forma que sus miembros se
reconocen como tales y sienten simpatía y adscripción, al mismo tiempo
que se sienten, como grupo, diferentes al resto. En la formación de esta
identidad son fundamentales los elementos mencionados: el sistema de
valores, las actitudes y la misión grupal.
9. En la medida en que la ideología define la identidad del grupo, sus
valores y sus actitudes (es decir, sus cogniciones, afectos y
predisposiciones conductuales), constituye una excelente herramienta
para ejercer el poder mediante la persuasión de ciclo largo.
10. Los líderes de los grupos, como personificaciones de la ideología,
cuentan por tanto con un elevado poder persuasivo.
Comunicación
1. La comunicación hace posible un grupo. Sin comunicación es inviable
compartir la identidad, los valores, las actitudes, la misión común...
2. La comunicación cumple varias funciones en una organización:
mantiene su estructura, permite conocerla y compartirla, es la encargada
de hacer llegar la información (datos e interpretaciones) a los miembros
de la organización y la vía de conocimiento mutuo.
3. Luego, quien controla la comunicación, tiene el máximo poder sobre la
organización (Chomsky y Ramonet, 2001), pues puede actuar sobre la
percepción de los miembros, sobre su conocimiento (elaborado a partir
de la información), sobre sus afectos (conociendo la relación de éstos
con los datos y las interpretaciones) y, por lo tanto, sobre su conducta.
4. La comunicación se establece habitualmente de manera ordenada y
estructurada en un compuesto con sentido que llamamos discurso
(Fernández García, 2003).
5. Analizando el discurso que se realiza desde un grupo (mediante sus
representantes o líderes, bien sean políticos o intelectuales), puede
obtenerse información sobre los valores que lo definen, su identidad, su papel global... es decir, su ideología, además de la forma estructural que defiende.
La persuasión no puede ejercerse directamente sobre los valores, es decir, no
puede plantearse modificar el sistema de valores de las personas o los grupos,
puesto que son elementos muy resistentes al cambio. Pero la persuasión
puede ser muy efectiva si se conocen esos sistemas de valores, si se sabe qué
guías utilizan las personas o los grupos para tomar decisiones sobre sus
acciones u omisiones. Por ello, la persuasión actúa mediante la comunicación,
organizando el discurso de tal forma que se define su contenido, su estructura
y su cuerpo expresivo para utilizar el sistema de valores de las personas,
modificando los elementos cognitivos o afectivos más fáciles de llevar hacia un
cambio conductual.
En el ejercicio del poder, por tanto, quienes ocupan su posición de privilegio en
la estructura organizacional, pueden plantearse objetivos a corto plazo
mediante la persuasión inmediata. Pero también pueden definir vías de
actuación a largo plazo utilizando la persuasión de ciclo largo. Ésta es tanto
más efectiva cuanto más vías de comunicación son acaparadas: líderes
políticos, medios de comunicación, publicaciones, agencias de noticias... En la
medida en que las personas van recibiendo información coherente sobre su
entorno (es decir, conforme más vías de comunicación son gestionadas por el
mismo poder) más fácilmente modifican y dan forma a sus valores, su ideología
y sus actitudes, es decir, a todo aquello que permitirá explicar por qué tomamos
las decisiones que tomamos y nos comportamos como nos comportamos.
Dado que el sistema de valores sirve de guía para juzgar los acontecimientos
del entorno y, por tanto, a los responsables de esos acontecimientos, las
personas deciden la credibilidad de las fuentes en función de su propia
ideología. Alguien, por ejemplo, que se conciba a sí misma como una persona
de izquierdas, tenderá a conversar con gente de izquierdas, leer prensa de
izquierdas, escuchar radio de izquierdas y ver televisión de izquierdas. Esta
selección de fuentes de comunicación genera mayor intensidad en el sistema
de valores, en las actitudes y percepciones, estrechando los nexos de identidad
con el resto de las personas que también deciden seleccionar esas fuentes. Es
decir, hablamos de un círculo vicioso donde la comunicación selectiva socializa
y genera ideología, y ésta estimula a los miembros a seleccionar las fuentes de
comunicación (Cavazza, 1999). Toda actuación del poder para intervenir en
este círculo será bien recibida si es ideológicamente acorde. No obstante, será
mal recibida, a corto plazo, si es incompatible. Sin embargo, mediante la
persuasión de ciclo largo, los agentes de poder pueden plantearse romper el
círculo vicioso y crear o alimentar otros.
Una película, un libro, un informativo televisado... no cambian el sistema de
valores de un individuo. Pero un conjunto de películas, un hábito de consumo
de cine coherente con el bombardeo ideológico de otras vías de comunicación
(como las lecturas, los informativos televisados o los discursos políticos) sí
pueden tener un efecto sensible sobre el sistema de valores de los individuos y
su identidad ideológica, muy especialmente cuando no existía antes un fuerte
marco ideológico que realice la función de muro de defensa.

 

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